Archives

  • 2018-07
  • 2019-04
  • 2019-05
  • 2019-06
  • 2019-07
  • 2019-08
  • 2019-09
  • 2019-10
  • 2019-11
  • 2019-12
  • 2020-01
  • 2020-02
  • 2020-03
  • 2020-04
  • 2020-05
  • 2020-06
  • 2020-07
  • 2020-08
  • 2020-09
  • 2020-10
  • 2020-11
  • 2020-12
  • 2021-01
  • 2021-02
  • 2021-03
  • 2021-04
  • 2021-05
  • 2021-06
  • 2021-07
  • 2021-08
  • 2021-09
  • 2021-10
  • 2021-11
  • 2021-12
  • 2022-01
  • 2022-02
  • 2022-03
  • 2022-04
  • 2022-05
  • 2022-06
  • 2022-07
  • 2022-08
  • 2022-09
  • 2022-10
  • 2022-11
  • 2022-12
  • 2023-01
  • 2023-02
  • 2023-03
  • 2023-04
  • 2023-05
  • 2023-06
  • 2023-08
  • 2023-09
  • 2023-10
  • 2023-11
  • 2023-12
  • 2024-01
  • 2024-02
  • 2024-03
  • 2024-04
  • La ignorancia que evidencia Xa Am rica

    2019-04-30

    La ignorancia que evidencia Xa. América poética respecto de los literatos mexicanos corrobora la falta de proximidad entre zonas tan distantes del orbe hispanoamericano. Al mismo tiempo comprueba el vacío biográfico que en este punto muestran las revistas mexicanas o, más exactamente, El Recreo de las Familias, publicación de mayor peso entre las tres que hemos revisado. Cerremos este recorrido con un último ejemplo. Una de las mejores introducciones que ostenta la América poética es la que dedica cannabinoid receptor José María Heredia. En ella se hace un pormenorizado informe de sus principales sucesos biográficos, sin omitir los viajes, la formación, empleos y acciones políticas. En opuesta dirección a la costumbre tan arraigada por estos años de omitir las fuentes y sus autores, este escrito deja constancia de la procedencia de las noticias: Si bien en esta ocasión no se menciona el nombre del periódico, se refiere —sin dudas— a El Recreo de las Familias. En su número 7 (1 de febrero de 1838, pp. 241-245), en la sección principal, aparece un amplio estudio dedicado al poeta antillano firmado por Eulalio Ortega, el cual incluye “la más antigua biografía de Heredia, escrita un año antes de su muerte, con datos proporcionados por Heredia, de fijo” (Toussaint: 93), la reproducción de una carta-crítica de autor español y, como corolario, un retrato en técnica litográfica del mismo poeta, único de “factura enteramente mexicana” (Ruiz Castañeda: xli) en toda la revista. Lo curioso del caso es que la América poética saca el máximo rendimiento de estas noticias, las únicas que se publican a lo largo de los doce números de El Recreo sobre un escritor hispanoamericano. Esta circunstancia nos enfrenta a otra cuestión: la falta de tratamiento de autores locales en las publicaciones mexicanas. La nacionalización de la revista —explica María del Carmen Ruiz Castañeda— “tropezó con la crónica escasez de originales, entre otros motivos porque los literatos estaban muy ocupados redactando periódicos políticos y siempre hubo necesidad de recurrir a zone of intolerance la copia y traducción de materiales extranjeros” (xiv). La pregunta queda abierta: ¿habría en la América poética más poemas o mejores noticias de autores mexicanos de haber triunfado la pretendida nacionalización? Difícil es determinarlo, aunque no sobra pensar la distintiva participación de este bloque poniendo atención no solo a las causas exógenas, sino también a las emanadas del propio sistema literario mexicano.
    1849 es el año clave para la recepción mexicana de la América poética. Por dos razones: en primer término, porque durante la segunda mitad del año la prensa revela una entusiasta acogida comercial a la colección sudamericana; en segundo, porque —al menos hasta donde pude rastrear— esta solo se registra en este período, sin volver a nombrarse en los años que siguen. Dejo de lado la última aserción, por cuanto es susceptible de futuras rectificaciones. Sin embargo tiene sentido, aunque sea brevemente, enlistar las apariciones en la prensa local. La primera noticia está fechada el 21 de junio de 1849, en el diario El Siglo Diez y Nueve de la ciudad de México. Es un anuncio que, con aviso especial, se dedica a la promoción de la obra en exclusiva: Resulta interesante constatar la confianza que el librero del Siglo XIX confiere a la obra, seguro de que merece la atención del lector y el favor de la compra: en caso contrario no se habría tomado la molestia de anunciar con tanta solicitud la llegada de los ejemplares a la prestigiosa casa comercial. Es, por otra parte, notorio que escoja distinguir a los escritores mexicanos y no a los vates del subcontinente que sobresalen y que ya son seguros moradores del Parnaso americano (como Echeverría, Olmedo, Fernández Madrid o Bello), los que pudieran despertar —en su calidad de inhallables en los anaqueles de la capital— el interés del público.